Relatos de Periferia es un proyecto de crónica periodística y fotográfica que busca retratar el trabajo colectivo de espacios sociales y culturales anclados en el noroeste del conurbano bonaerense. Las crónicas intentan dar cuerpo y voz a las historias de resistencia que habitan en los barrios, poniendo el foco en las diversas posibilidades de pensar y construir otras realidades que tiene cada propuesta. En esta ocasión, Liliana Gutiérrez nos trae palabras e imágenes para retratar la historia de la Asamblea Feminista Conurbana Noroeste, un espacio de reflexión, contención y lucha importantísimo de la región. Pueden encontrar más historias en: https://relatosdeperiferia.wordpress.com/
Una red inmensa se abre camino en las calles del conurbano. Desde fines del 2018, mujeres y femeneidades se reúnen en distintos espacios del noroeste para organizar la bronca. Encuentran en otras el mismo dolor, las mismas vivencias, las mismas ganas de luchar. Aquellos encuentros en ronda, serán fundamentales para derribar los miedos y empezar a construir otras vivencias. Esta es la historia de la Asamblea Feminista Conurbana Noroeste.
Cae la tarde en pleno centro de San Miguel. Luego de varios meses de cuarentena, se percibe en el aire una extraña vuelta a la presencialidad. En los últimos años, estas calles se fueron tiñendo de verde a medida que fue creciendo el movimiento feminista en la región.
El Espacio de Géneros Integral “Frida Kahlo” es el lugar de encuentro para las entrevistas. Está ubicado sobre la calle Tribulato en una zona transitada de la localidad bonaerense de San Miguel. En este espacio se desarrollan diversas actividades orientadas a trabajar problemáticas asociadas a la cuestión de género, desde la atención a nivel médico, jurídico y psicosocial, hasta la organización de charlas informativas, eventos y trabajos con grupos de contención, apoyo y fortalecimiento. Me recibe Qolka, una de las integrantes de la Asamblea y trabajadora del espacio. Nos saludamos con puño y sonrisa debajo del barbijo. Dejo a un costado la bicicleta y subimos la escalera entusiasmadas por lo que se viene. En uno de los ambientes del espacio, se encuentra una mesa vacía que se irá llenando de infusiones y budines con el transcurrir de las horas y de la llegada de parte de las integrantes de la Asamblea Feminista Conurbana Noroeste.
La mayoría de las chicas forman parte de organizaciones sociales y comunitarias de la región noroeste. Sandra Hoyos es parte la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, Laura Godoy es parte del Colectivo Arandú y Conurbanas Audiovisuales y Yamila Ramírez, integra la radio comunitaria FM Tinkunaco. Carla Acosta, Clara Alemán y Cecilia Falcón trabajan en el Centro Comunitario Gallo Rojo de Barrio Obligado, en la localidad de Bella Vista.
-¿Cuando surge la Asamblea?
-A partir del primer Ni una menos – recuerda Clara Alemán – empezamos varias organizaciones que estábamos acá dando vueltas. En algún momento se llamaba Manada Conurbana. Para el 2018, Ni una menos estaba convocando a conformar asambleas territoriales y ahí fue clave como decisión política quedarnos en el territorio.
-En diciembre del 2018 – detalla Carla – después del fallo de Lucía Perez se hizo una convocatoria a nivel nacional en repudio por la justicia patriarcal. Ahí tuvimos la primera reunión en donde nos conformamos como Asamblea.
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El 3 de Junio de 2015, se realizó la primera marcha Ni Una Menos en Argentina. A partir de la noticia del femicidio de Chiara Paez, adolescente de 14 años quien fue asesinada por su pareja y cuyo cuerpo encontraron el 10 de mayo de ese mismo año, miles de mujeres y femeneidades salieron a las calles de todo el país para gritar el horror causado por la violencia machista. Ni una menos, se convirtió, poco a poco, en una bandera de lucha por parte de los feminismos en nuestro país y en distintas regiones de Latinoamérica.
El femicidio de Lucía Perez, ocurrido en octubre de 2016, conmovió al país en plena gesta del primer Ni una menos. No sólo por las desgarradoras descripciones de las acciones violentas que habían realizado sobre la menor y que la llevaron a su muerte. Sino también por la sentencia dictada. El 26 de noviembre del 2018 el Tribunal Oral 1 en Mar del Plata, conformado por los magistrados Juan Facundo Gómez Uso y Pablo Viñas dictó un fallo que produjo un enorme impacto mediático y social del caso. En ese momento, los femicidas de Lucía, Matías Farías, Juan Pablo Offidani y Alejandro Alberto Maciel fueron absueltos del abuso sexual agravado por la muerte de Lucía, siendo condenados solo Matias Farias y Offidani a ocho años de prisión por «tenencia de estupefacientes con fines de comercialización agravado por ser en perjuicio de menores de edad y en inmediaciones de un establecimiento educativo» y dejando afuera el delito de “abuso sexual agravado por el suministro de estupefacientes seguido de muerte en concurso ideal con femicidio”. Actualmente, la Corte bonaerense, el máximo tribunal de la provincia de Buenos Aires, anunció que se dará curso a un nuevo juicio, ya que la resolución del juicio anterior del TO1 careció de perspectiva de género.
A partir del primer Ni Una Menos hasta la fecha se originaron distintos observatorios con el objetivo de visibilizar y denunciar las violencias machistas ejercidas hacia las mujeres, lesbianas, travestis, trans y personas no binarias.
Ante la falta de datos oficiales de femicidios en la Argentina, una de las estrategias de visibilidad que se originaron en las organizaciones feministas y de la sociedad civil, fue la elaboración de datos estadísticos que pudieran dar a conocer la magnitud de la violencia ejercida hacia las femeneidades.
Ahora que si nos ven es un observatorio que releva la cantidad de femicidios anuales en nuestro país a través del análisis de datos publicados en medios gráficos y digitales. Según los datos relevados por este observatorio, en el período que comprende a partir del 3 de junio del 2015 hasta el 25 de mayo del 2020 hubo 1450 femicidios en Argentina, es decir, un femicidio cada 30 horas. En el 87% de los casos los femicidas formaban parte del círculo íntimo o conocido de la víctima. Y el 64,6% evidenciaba que era la vivienda de la víctima el lugar donde se cometían la mayor parte de los femicidios.
Una particularidad que se originó durante el período de cuarentena fue la tensión entre la disposición del Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio y las organizaciones feministas. “Quedarse en casa” no resultaba el lugar más seguro para las personas en situación de violencia.
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La Asamblea condensa distintas grupalidades que ya venían trabajando en cuestiones de género con otras femeneidades que necesitaban un espacio de expresión y contención ante la violencia machista. Parte de las integrantes que conforman la Asamblea, nos cuentan que la cuestión de movilizar en el territorio fue el primer acuerdo como grupalidad. Este acuerdo fue discutido entre varias organizaciones feministas, territoriales (muchas de estas de impronta cultural y comunitaria) y también con organizaciones partidarias y personas interesadas en sumarse a la construcción de la asamblea.
– También teníamos presente los despidos de las compañeras de salud de San Miguel – recuerda Cecilia Falcón – e hicimos un intento de visibilización. Vino San (Sandra Hoyos, integrante de la Asamblea) y empezamos a hacer algunas actividades pensando en cómo le damos un giro a la cuestión de los derechos sexuales y reproductivos en San Miguel. Surgió la idea de hacer un grupo para conformar una Consejería y ahí ocurrió lo de Lucia Perez. Estaba latente el hecho de que nos teníamos que juntar en algún momento. Se hicieron un montón de actividades en repudio: en frente de la municipalidad, en el hospital, la movida de las perchas. Todo terminó con lo de Lucía y la convocatoria que tuvimos. Armamos semejante movida en tres días.
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Las integrantes de la Asamblea Feminista Conurbana Noroeste son, en su mayoría, de barrios de las localidades de José C. Paz, San Miguel y Malvinas Argentinas. A pesar de que son localidades aledañas unas a otras, en cada una rigen lógicas distintas en su quehacer político.
Quizás el caso más controvertido sea el de San Miguel. No resulta menor nombrar que en esta zona funcionó “El Campito”, una guarnición militar de Campo de Mayo considerado el mayor centro clandestino de detención en Argentina, donde se ejecutaron torturas, secuestros, abusos sexuales y asesinatos ininterrumpidamente desde enero de 1976. También en esta localidad se encuentran el Hospital Militar Campo de Mayo, Las Casitas y la prisión militar de encausados «Campo de Mayo» considerados como CCD. Cabe mencionar que tanto en El Campito como en el Hospital Militar Campo de Mayo se realizaron partos clandestinos durante la última dictadura militar.
Pero eso no es todo, San Miguel es el lugar donde el Opus Dei, una de las organizaciones más conservadoras pertenecientes a la Iglesia Católica, tiene influencia en las decisiones políticas del territorio. Desde hace más de diez años, la periodista Paula Bistagnino investiga la existencia de “La Chacra”, el lugar donde funcionó una escuela para chicas en situación de pobreza, a quienes se les enseñaba tareas domésticas para luego ser mucamas de grandes familias del OD. Hoy estas 43 mujeres, le reclaman al OD el engaño de su reclutamiento y el reconocimiento por sus años de trabajo gratuito. Este lugar se encuentra en Bella Vista, partido de San Miguel.
También en mayo de 2018, el Concejo Deliberante de San Miguel aprueba la Declaración “a favor de la vida” en relación al debate nacional por la Interrupción Legal del Embarazo. Y en 2019, el Honorable Concejo de esta localidad aprueba el 8 de agosto como “Día Internacional de la Acción por las Dos Vidas”.
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El proceso de una asamblea, horizontal y colectiva, toma su tiempo. Si a eso le sumamos el intento por una mirada despojada de lógicas patriarcales, el resultado es, una construcción compleja e igualmente enriquecedora.
– La primera discusión ganada fue la necesidad de poder manifestar y movilizar en nuestro territorio – Afirma Carla – y visibilizar las realidades que nos ocurrían: la vulneración de los derechos sexuales y reproductivos, el no tener protocolos para la Interrupción legal del Embarazo, la consejería antiderechos que funciona en el Hospital de San Miguel. Era fundamental para nosotras poder estar acá, en nuestros territorios.
– En Capital terminas quedando en el anonimato.- Reflexiona Clara-. La masividad es eso, es hacerte una en la masa. Pero estando acá veíamos que teníamos mucho más protagonismo las organizaciones, las mujeres que estamos todos los días en el territorio, trabajando, militando y peleando por los derechos de las mujeres. Eso nos daba un impulso y una fuerza a nuestro trabajo cotidiano porque había mujeres que podían participar de una movilización haciéndola acá.
El segundo punto pensado y discutido colectivamente fue la decisión del consenso dentro de las reuniones de la Asamblea.
Es una asamblea abierta y que invita a la participación de organizaciones del movimiento de mujeres. – afirma Clara-. Venimos sosteniendo que las decisiones se toman por consenso, es decir, intercambio de ideas, de posturas, de opiniones. Y entre todas esas diferencias y coincidencias, se llega a una idea y a una propuesta en común. En contraposición a eso, muchas veces tuvimos que defenderlo en relación a quienes proponían el voto, sobre todo cuando vienen de lógicas partidarias. Quienes defendemos la idea de hacerlo por consenso, nos parecía que la votación no era representativa, que no respeta las disidencias, que no respeta las minorías.
El consenso es una herramienta política del feminismo sostenida desde los Encuentros que posibilita la apertura y pluralidad de voces. La Asamblea toma esta herramienta permitiendo ser un espacio de escucha y acción de las diversas demandas de las femeneidades del territorio.
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La declaración del 8M escrita colectivamente por la Asamblea para la movilización del año 2020, condensa la potencia de esta lucha llevada adelante en los barrios del conurbano bonaerense:
Nos movilizamos en nuestros territorios porque es en nuestros barrios, en nuestras calles, en nuestros clubes, en nuestros lugares de trabajo, en nuestras casas; es en nuestro territorio donde nos siguen violentando. Y no salimos en los medios masivos y hegemónicos de comunicación, que siguen sin reflejar la realidad de cada día de las mujeres pobres y trabajadoras. Porque aunque muchas veces no se hace eco de nuestra lucha, sabemos que es acá donde tenemos que visibilizar la violencia machista con la que convivimos. Por eso levantamos nuestras banderas en nuestras calles.
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La historia de los feminismos en nuestro país tiene un largo proceso que encuentra su origen en las feministas anarquistas y socialistas de principios del Siglo XX, quienes integraban parte de la clase trabajadora argentina y pensaban en la participación de las mujeres en diversos espacios sociales y políticos. En este punto, las mujeres problematizaron acerca de diversas cuestiones relacionadas al género. También, fueron fundamentales para el movimiento, referentes como Cecilia Grierson, Julieta Lanteri y Alicia Moreau, quienes lograron impulsar importantes reformas a nivel jurídico y político ampliando los derechos de las mujeres. Moreau fue quien elaboró en 1932 un proyecto de ley de sufragio femenino, aprobado varios años más tarde, en 1947 cuando el voto femenino se hizo ley.
Luego de estas primeras semillas feministas se encuentran las de las generaciones de los años 60’ en un contexto político sumamente revuelto en nuestro país, quienes cuestionaron el rol tradicional de la mujer en la sociedad. A través de la conformación de distintos grupos políticos feministas se elaboraron programas que discutían el reconocimiento del trabajo domestico, el acceso a la informacion y uso de anticonceptivos y la despenalizacion del aborto legal y seguro, entre otras cuestiones.
En los años que van desde 1976 hasta 1982, durante la última dictadura militar, se conformaron las primeras organizaciones de derechos humanos en nuestro país, lideradas principalmente por mujeres. Las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, son un ejemplo de perseverancia y compromiso político para los feminismos de nuestro país. Aunque estas organizaciones conformadas mayoritariamente por mujeres no se autodefinieron como feministas, resulta casi imposible separar sus prácticas políticas y la lucha por los derechos humanos de la historia política de los feminismos en nuestro país. La elección del pañuelo como símbolo en la lucha por el aborto legal seguro y gratuito es un claro gesto de la continuidad de las luchas por los derechos humanos.
Años más tarde, se empiezan a organizar los primeros Encuentros Nacionales de Mujeres, realizados ininterrumpidamente desde el año 1986. Hoy es llamado Encuentro Plurinacional de Mujeres, Lesbianas, Travestis, Trans y No Binaries como respuesta a la demanda por parte de los feminismos en el reconocimiento del carácter pluricultural y diverso del movimiento. El Encuentro es un espacio en donde se discuten las problemáticas atravesadas por estas identidades, construido por personas que convergen desde distintos puntos del país. Un lugar de construcción política único en el mundo por su carácter asambleario, horizontal y pluricultural. De estos encuentros, nacen consignas de lucha, se ponen en agenda las demandas de los feminismos y se generan lazos imprescindibles.
Pero para pensar una genealogía de los feminismos a nivel local, resulta necesario destacar la importancia del proceso de consolidación de las organizaciones sociales y de los derechos humanos que iniciaron un largo camino de lucha en nuestro país. En el marco de las crisis sociales y políticas, se encuentran los feminismos populares.
Al calor de las políticas neoliberales de los 90’ que apretaban a los bolsillos de la clase trabajadora fueron encontrándose en las calles las organizaciones sociales. Por su parte, las organizaciones de los derechos humanos lograron poco a poco, visibilizar a nivel internacional los casos de las desapariciones ocurridas en la última dictadura militar. Mientras tanto, en los barrios, se empezaban a encontrar las primeras ollas populares. Quienes estaban mayoritariamente al frente de estas demandas eran las femeneidades.
Desde esta historia de organización territorial, nace la impronta comunitaria y popular de los feminismos del noroeste del conurbano bonaerense.
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Afuera, empiezan a caer tímidamente las primeras gotas de lluvia. Adentro, los mates amargos acompañan a las palabras y los recuerdos. Un día nublado y gris entrevistamos en José C. Paz a la histórica Ema Ines Gauna. Inés se autodefine como una mujer trabajadora. Nos cuenta, entre anécdotas, la historia de aquellos encuentros entre mujeres en la región, cuando en el barrio no se conocía a la gran red que en ese momento era el Encuentro Nacional de Mujeres.
– Antes de que inicie la Campaña, nos juntabamos con un grupito del Encuentro Nacional de Mujeres. Nos empezamos a agrupar para juntar plata para los micros. Siempre hubo alguien que estuvo con la cámara en las marchas y en los talleres y a su vez, ese resumen nosotras lo usábamos cuando hacíamos una feria americana y convocabamos a ver el video VHS del Encuentro para mostrar cómo era eso de fabuloso. Era toda una novedad que esa peliculita que mostrabamos era lo que hacía que recorrieramos los barrios.
En el noroeste, a fines de los 90 se conformó la colectiva feminista Todas las Mechas, la Mecha de la cual Inés fue parte. Mientras tanto, a pocos kilómetros y con las mismas inquietudes Zulema Palma, Nelly Borquez y Cristina Coronel, entre otras mujeres, organizaron desde 1991 los primeros Encuentros Regionales en el oeste del conurbano.
-En Todas las mechas, la mecha estaban Marisa Fournier, Elsa Basterra, Sonia Aban, Ana Munguillot, Nancy Sartelli, Maby Gimenez y después un gran grupo de peques, que eran las adolescentes. Estaban nuestras hijas: las mías, Guadalupe Marrero Gauna y Manuela Marrero Gauna y también las mellis, Lula y Jimena Irazoqui. Eso devino en una revista y en continuar organizándonos. En cuestiones de género, abordamos problemáticas específicas en distintos ámbitos: situaciones de violencias, de aborto. En lo territorial, acompañamos luchas en salud en el Hospital Larcade y realizamos, junto con AMMAR y SERPAJ, movilizaciones y escraches a Aldo Rico y redes de prostitución.
Esta colectiva, integrada por mujeres de las localidades de José C. Paz, San Miguel y Malvinas Argentinas realizó un trabajo de organización, comunicación y difusión de las actividades con el objetivo de dar fuerza a las discusiones en el plano local y nacional. Armaron un primer Encuentro Regional en el Noroeste desconociendo lo que estaba sucediendo en el oeste durante aquellos años. Las integrantes de Todas las mechas, la mecha se encontrarían luego con las mujeres del Oeste, ampliando aún más las redes feministas del conurbano y afirmando la necesidad de encontrarse y movilizar en el territorio local.
Mientras Inés nos cuenta anécdotas sobre Todas las Mechas, la mecha, se levanta del sillón y agarra un pañuelo verde de un maniquí que ahora queda al descubierto. En aquella tela que Ines atesora con orgullo, hay una frase escrita: “Derecho a decidir”.
– En algún Encuentro Nacional – explica Inés – Dora Coledesky tira la propuesta con los pañuelos verdes. Ella lo que propone es el derecho a decidir. Este era el que a mi me identificaba, porque para mi esa concepcion es muchisimo mas que el aborto. A partir de ahí, empezamos a tomar identidad hacia lo que tiene que ver con la despenalización del aborto y a encontrar motivos por los que luchar concretamente.
Ahora las gotas caen decididamente. Las flores del jardín se refrescan moviéndose de un lado a otro. Inés recuerda esos primeros encuentros entre mujeres. La manera en la que se tejian redes entre las mujeres del barrio que padecían la violencia de género en sus casas. La forma en la que se organizaban para contener a compañeras violentadas. Una época en donde las palabras que hoy conocemos, aquellas que aprendimos en el andar feminista, pertenecian todavía a un mundo lejano.
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La socióloga argentina Dora Barrancos expresa que el feminismo es un concepto que refiere a los movimientos de liberación de la mujer que históricamente fueron adquiriendo diversas proyecciones. De igual manera que otros movimientos sociales y políticos fue generando teoría y práctica, pensamiento y acción.
En los últimos años, se intenta instalar la idea de feminismos, haciendo visible la heterogeneidad del movimiento y sus diversas tendencias y enfoques, existen por ejemplo: el feminismo liberal, radical, socialista, ecofeminismos, feminismo cultural y de la diferencia, feminismo de la igualdad, feminismo comunitario, feminismos afrodescendientes, por nombrar solo algunos.
De esta manera, el movimiento de los feminismos crece y se expande a lo largo de los años y en esa expansión, se multiplican sus ramas y su complejidad para pensar la cuestión identitaria.
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–¿Hay una identidad feminista conurbana?
-Si. – reafirma Inés – Me gusta además que se la nombre, me gusta ser parte. El conurbano tiene un lenguaje distinto. Yo alguna vez escribí que tenemos tanta hambre que nos comemos hasta las S, las N y las R . El hambre llevó hasta que no terminemos de decir la palabra completa: vos quere, vos tene. El conurbano a su vez tiene sus clases sociales, sus diferencias.
Inés recuerda también situaciones de resistencias acontecidas post-2001. Cortes de ruta, manifestaciones. La explosión de organizaciones sociales ante la crisis.
– Esas luchas son las que van generando esta identidad conurbana de resistencia. Decir conurbano es decir resistencia.
-¿Qué imágenes condensan ese feminismo conurbano?
– La imagen que tengo es que estamos en todas partes. Este territorio nos alberga a todes, porque no nos masifica. Estamos ocupando, conteniendo y sosteniendo en todo el territorio. Es una trama que en esa red por momentos se refuerza y por momentos se extiende y se afloja, pero fundamentalmente porque cada vez se extiende más.
Una red inmensa, que nos encuentra a todas. Esparcidas como faros en distintos puntos del noroeste, el feminismo en el conurbano se construye a partir del reconocimiento de la otra, del otre.
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– Acá el protagonismo lo tomamos nosotras que estamos en el territorio. – afirma Carla.- Desde las expresiones artísticas también se representan nuestras propias vivencias. Encontrarse en el territorio entre compañeras, te genera una fuerza distinta. Ver como un montón de pibis se suman con la emoción de poder estar, quizás por primera vez en una marcha. Muchas veces el conurbano es algo sumamente estigmatizado por los medios hegemónicos y de repente es resignificar la pertenencia a partir de un cántico, de un bombo, de un fulbito, de mostrar la olla popular.
– Estamos en un medio hostil, no están dadas las condiciones para salir con el pañuelito verde en la mochila como en otros lugares. – advierte Cecilia – La mística conurbana no es una moda. Es una posición política que trasciende los momentos particulares de los feminismos. Y son feminismos donde te juntas en la esquina con 15 pibas del barrio, con sus hijes, en marchas con pibitxs a upa.
Mientras las compañeras van pensando y expresando cómo se construye ese feminismo en el conurbano, llega Sandra Hoyos. Ella nos explica que esta identidad conurbana feminista se genera a partir de una historia de construcción previa que permitió poder pensar en la necesidad de una militancia feminista activa en el territorio.
– Antes la demanda era tan amplia que era necesario plantearlo en un nivel más general y estructural. Haber podido dar ese paso permite pensarnos territorialmente desde lo local. – Nos comenta Sandra Hoyos – Toda la trayectoria que existe de la organización de los feminismos que conocemos nos permitieron poder pensarnos en los propios. Nos apropiamos cuando hablamos de feminismo conurbano y feminismo también en el noroeste, eso da la pauta y es lo que mantiene la organización.
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“No volvamos a la normalidad, volvamos a la tierra” es la frase que acompaña el dibujo del rostro de una mujer con rulos verdes. El mural está en San Atilio, barrio de la localidad de José C. Paz y parte de la asamblea acompañó el proceso artístico junto a las femeneidades de la Biblioteca Popular Paulo Freire. En el registro de esta actividad, hay una variedad de fotografías que inmortalizan el momento: cuatro mujeres de espaldas interviniendo la pared, un mural más pequeño color celeste, en rojo una frase: “¿Quien cuida a las mujeres de las ollas populares? y el dibujo de una mujer revolviendo la olla; una mariposa muy pequeña que pende sobre una rama; una mujer que pinta los rulos de la mujer del mural, mientras hace equilibrio sobre una bicicleta que sostienen otras tres. Finalmente, la foto de una fila de 9 sonrisas a espaldas del mural recién terminado.
Una bandera de color rojo, naranja, amarillo, verde, azul y violeta cuelga entre dos árboles en el corredor de Muñiz. Una ronda de tamboras late al ritmo del corazón y la danza no tarda en aparecer. Cuando el sol del mediodía se esfuma y sus rayos se asoman tímidamente entre las ramas, otra ronda se forma en el pastito, al costado de la estación de tren. “Nos encontramos para conmemorar el día de la Visibilidad Lésbica. Tamboras, cantos, talleres, palabra que circula e interviene las calles.” es la frase que acompaña el registro fotográfico del día, en las redes de la Asamblea.
El 8 de marzo del 2020, se publica un flyer que anuncia el recorrido. 16:30 hs trenazo en Sol y Verde, 16:40 hs trenazo en José C. Paz, 17:00 hs Plaza San Miguel, 18:00 hs Marcha a Muñiz. Mientras la masividad del movimiento se encontraba en las calles porteñas, las calles del conurbano empezaban a ser punto de encuentro para las movilizaciones del 3J, 8M y 25N. La organización de la Asamblea Feminista, fue fundamental para organizar la potencia de las femeneidades conurbanas.
Además de las fechas de la agenda, la Asamblea también formó parte de acompañamientos a casos particulares de violencia machista organizadas por grupos feministas en las localidades de José C. Paz, San Miguel y Malvinas Argentinas. Durante la pandemia, hicieron visibles distintas herramientas mediante las redes sociales, como recursos del territorio para diferentes situaciones, desde cómo pedir una medida cautelar hasta cómo actuar frente ante hechos de abuso.
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Otra de las grandes discusiones de los movimientos feministas se genera a partir de la lucha por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito o, en otras palabras, la lucha por la soberanía de los cuerpos de las personas gestantes y el derecho a decidir.
Hasta finales del 2020, se calcula que alrededor de 500 mil mujeres recurrieron cada año al aborto clandestino en Argentina. La Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito se conformó durante los Encuentros Nacionales de Mujeres. Más precisamente en el XVIII ENM realizado en Rosario en el año 2003 y en el XIX ENM en Mendoza en el 2004. A partir del 2007, la Campaña presentó el Proyecto de Interrupción Voluntaria del Embarazo cada año a la Cámara de Diputados de la Nación. Un proyecto de ley elaborado y construido colectivamente durante plenarias y asambleas de mujeres y femeneidades.
El 29 de diciembre del 2020, tras 15 años de trabajo sostenido, de poner en la agenda pública el debate por el acceso legal a esta práctica y de un contexto social movilizado por parte de las discusiones que los colectivos feministas lograron visibilizar en relación a una sociedad machista y patriarcal, el Senado argentino aprobó con 38 votos a favor, 29 en contra y una abstención, la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, presentada por el gobierno ejecutivo en nuestro país.
Las tapas de los diarios nacionales e internacionales, mostraron una multitud de mujeres y personas gestantes emocionadas por este suceso histórico en Argentina. Muchas de ellas, se encontraron en las afueras del Congreso esperando el resultado durante largas horas de debate en aquel edificio. Mientras tanto, en las calles del conurbano, otros cientos de colectivos de mujeres y personas gestantes tejían parte de la trama de esa historia.
Una particularidad de ese día fue que el debate se desarrolló en tiempos de pandemia por el virus CO-VID 19. Con cuidados y protocolos, entre barbijos y alcohol en gel, la Asamblea Conurbana Feminista Noroeste organizó en 5 días la Vigilia por la Ley IVE en José C. Paz.
–¿Cómo fue la organización de la Vigilia?
-Había una grupalidad de compañeras que éramos las que nos veníamos encontrando en la mayoría de las actividades. – explica Clara – Había algo construido durante todos esos años de la asamblea. Eso nos permitió decir: “Sí, la re podemos hacer!”.
-Y también fue extrañarse. – agrega Yamila- Fue en plena pandemia donde no nos veníamos viendo hace un montón y la primera actividad presencial después de muchos meses. Y además tuvimos el respaldo de un montón de compañeras que aportaron también económicamente. Con eso se compró el agua, se pudo pagar el sonido,. Si bien hubo varias que no pudieron estar, estuvieron bancando la movida.
– Y después el termómetro de la gente fue “¡Qué bueno que hicimos esto!” – recuerda Cecilia – Pudimos seguir sosteniendo el territorio para un evento tan heavy, tan esperado. El grito que pegamos fue histórico por todas las reivindicaciones, por las que ya no están.
Laura por su parte, recuerda que quienes estuvieron presente ese día, agradecieron el cuidado por parte de la Asamblea durante la vigilia.
– Fue un agradecimiento muy grande que hayamos estado pendiente de eso. Las compañeras tirando alcohol en las manos, por ejemplo. Las que se animaron a salir después de tantos meses estuvieron super agradecidas por la mirada, el cariño y el afecto que tuvo esa jornada.
Las compañeras de la Asamblea recuerdan entre risas las cuestiones organizativas de aquel día. El detrás de escena incluía pensar formas para acceder a una conexión de internet, para garantizar la iluminación del espacio y también la creatividad para resolver los imprevistos que sucedieran en esa jornada histórica.
– Estuvimos desde las 14 hs bancando toda la jornada y extasiadas, felices. – rememora Carla.- Era esa manija de poder hacerlo en nuestro territorio, de encontrarnos y festejar juntas.
– Es la conclusión de muchos años.- reflexiona Clara.
– ¿Qué sucedió después de la aprobación de la Ley?
-Lo que sucedió fueron un montón de cosas con quienes fuimos participes de esos procesos de demanda, de organización, de salir a la calle un montón de tiempo, de estar con pañuelos en un montón de lugares, de hablar de aborto en la calle. – observa Sandra. No tenía la seguridad pero entiendo que son procesos que se van dando y hay cosas que no surgieron de forma inmediata, solamente se garantiza la Interrupción Voluntaria del Embarazo en los lugares donde ya se garantizaban. Pero sin dudas contar con la ley ya es un piso donde se puede arrancar. A nivel regional hubo pequeñas modificaciones. El acceso a la práctica por lo menos en Malvinas Argentinas, se difunde de otra forma pero sin embargo el personal de equipo médico no se incrementó. Sí llega Misoprostol del Ministerio de Provincia o hay un cierto protocolo cuando exceden las 14 semanas, previstas en la ley. En San Miguel no sucede, pero no es lo mismo a lo que sucedía antes cuando no había ley. Ahora básicamente, no respetan una ley nacional, que debe respetarse, creo que es por ese lado donde se debería avanzar. Y pensando a nivel de lo que es esta lucha, fue un montón de tiempo, de esfuerzo, de energía. Para que se pueda lograr la implementación de la ley tiene que haber otros procesos organizativos, otras instancias de demandas. Tiene que producirse acá en San Miguel una instancia en donde si siguen con esa posición, se judicialice. El Estado Nacional tiene que hacer algo.
– Incluso, se dirigieron más recursos a la resistencia a esto. – menciona Cecilia.- No cambió en recursos pero sí hay un ánimo de fluctuación de gente que está yendo al centro de salud, sin tanta cosa como antes. Ahora por ejemplo vos podés pedir equipo de IVE de lunes a viernes de 8 a 17hs.
– Se habilitan otros discursos – explica Sandra.- Yo trabajo en el área municipal de género y ahora lo escribimos en un informe. La primera vez fue muy impactante.
– Mi frase siempre es la misma – comparte Cecilia- “¿Vos no lo querés tener? Listo ya está, no hace falta más nada”. En eso, creo que la ley vino a traer alivio. Sería bueno que traiga más equipos, más recursos y la efectivización.
La construcción de espacios como la Asamblea, permitió que muchas mujeres y femeneidades del conurbano bonaerense pudieran participar de una movilización en el barrio. La semilla para esa construcción territorial, fue sembrada en los primeros Encuentros Regionales por las históricas conurbanas que aprendieron la potencia de la itinerancia, acercándose a las mujeres de los barrios para invitarlas a participar de aquellos encuentros.
Las chicas de la Asamblea, ponen en práctica lo aprendido por ellas y suman en cada encuentro, la ampliación de nuevas voces y luchas.
Las calles del barrio florecen en cada 8M, en cada Ni Una Menos y en cada 3J, en un territorio reconocible que no masifica, sino que amplifica las voces de los feminismos.
-¿Qué lugar ocupa el feminismo y la Asamblea en tu vida?
Para mi lo que significa el feminismo es poder ponerle nombre a un montón de cuestiones que dentro de mi experiencia personal siento que vivencie. – expresa Laura- Cuando conocí el feminismo, cuando fui encontrando espacios feministas, pude ponerle nombre a esas cosas, eso para mi es muy importante y tiene que ver con una formación constante dentro de lo que llamamos los feminismos populares o feminismos conurbanos. En este momento la asamblea es el lugar principal donde milito. Ocupa un lugar muy importante dentro de lo que es para mi la participacion política feminista. Tomar la decisión de salir a las calles para manifestarnos frente a cualquiera de las problemáticas por las cuales nos manifestamos hace un efecto, tiene alguna injerencia en cómo se desarrollan las políticas públicas. Que haya compañeras en la calle marca una diferencia, eso es lo que me lleva un poco a participar. La certeza de que si se están transformando las cosas a pesar de que los cambios que podamos hacer sean muy pequeños. Son espacios y experiencias de transformación, me parece que eso es lo que nos anima.
Carla, por su parte coincide con Laura en que el feminismo fue parte fundamental para poner en palabras las violencias cotidianas que padecen las femeneidades desde la niñez y también, como herramienta que la hizo correrse de otros espacios militantes con lógicas machistas.
– El feminismo me permitió ponerme las gafas violetas y empezar a ver las cosas desde otro lugar. La Asamblea tiene un lugar muy importante en mi vida porque al romper con esta organización partidaria de la que me fui, fue un espacio de contención del desarraigo que unx siente de formar parte de un colectivo. La asamblea reafirmó la esperanza de militar para que les pibis que vengan tengan una vida mejor y que no padezcan un montón de situaciones que unx tuvo que padecer a nivel personal. Encontrarte con un montón de compañeras te fortalece y poder generar eso, en las relaciones y en los vínculos desde otro lugar, desde un lugar de respeto, desde un lugar amoroso, desde la horizontalidad. Me parece que el feminismo viene a romper un montón de cuestiones que tienen las organizaciones. A mi me hizo cambiar un montón mi cabeza y poder ampliar el pensar en construir desde otro lugar. Les amo. – agrega emocionada.
Sandra, expresa que el feminismo la ayudó a pensarse y construirse identitariamente, incluso teniendo la posibilidad de cuestionar al propio feminismo para identificar otros tipos de violencias y opresiones.
– El feminismo fue la herramienta que me dio indicios para entender lo que pasaba, lo que percibía. Fue muy intuitivo. Me brindó ese marquito, ese modo de empezar a entender y también vino de la mano de estar en espacios de participación política. Todo ese proceso se dio también en un contexto de fuerte movilización social que fue el 2001. Eso fue lo que me marcó y estructuró y por eso puedo explicar la continuidad de poder estar organizada, de poder reconocerme en cada una de las luchas. En todas esas experiencias que transité nunca pude dejar de lado el feminismo. Fueron fundamentales algunas personas que aparecieron y me marcaron cosas. Me hizo poder conectarme con personas importantes en mi vida, como mi mamá. Para mi construccion feminista es fundamental Inés Gauna, a quien oí por primera vez y me di cuenta que eso que estaba diciendo me fascinaba. Creo que me siento privilegiada de haber estado y compartido con un montón de gente y que todo eso que imaginaba y que pensaba de cómo se podía dar, se están dando. A mí me moviliza muchísimo poder mirar atrás y pensar en tanta gente que estuvo, que está y va a seguir estando. Y eso no se puede revertir. Y después, en el tránsito también me permitió desidealizar el feminismo. El feminismo me permitió pensar mi militancia vinculada a la grupalidad que es Identidad Marrón, me permitió pensar identitariamente y en cómo eso es otra de las cosas que en mi generan opresión, violencia, maltratos. Creo que el feminismo ha sido parte estructurante de mi vida y esa posibilidad de cuestionarlo también me permitió crecer. La asamblea creo que es un espacio indispensable, porque me construye territorialmente. Cuando me nombro, me nombro siendo parte de este espacio. Para mi la asamblea es el feminismo que yo habito, es el feminismo en donde yo quiero aportar, porque es donde yo vivo, donde desarrollo mi cotidianidad, creo que eso es importante.
Cecilia, recuerda experiencias de la adolescencia pensando en las grupalidades y en espacios en donde se sentía más cómoda habitando. Recuerda el modo en el que se percibía la relación entre mujeres como una competencia y en cómo fue desarmando esa noción con la llegada del feminismo a su vida.
– Creo que desde muy piba voy buscando otras cosas como alternativas. El feminismo me trajo romperme. Todos los días es un desafío diferente desde este lugar. Gracias a las amigas que me trajo el feminismo hoy soy la que soy y sigo aprendiendo. No sé si podría haberme transformado tanto este último tiempo sin haber tenido las palabras o el abrazo de mis amigas. Me imagino que la Asamblea va a constituirse como ese lugar de abrazo para quienes la pasan mal o para quienes quieran construir otras cosas también. No me imagino de otra manera mi vida hoy y fue difícil porque cuando me atravesó el feminismo, estaba casada, tenía dos pibes. Y ahí te das cuenta que el feminismo no es una receta, no está escrito, lo atravesé con mil quinientas problemáticas y sin embargo pude transformar mi realidad particular con mi compañero, con mi papá, con mi vieja y eso también me lo dio el feminismo. Que mis sobrinas hoy digan “bueno yo no sé si quiero ser madre, yo quiero viajar” y la otra diciendo “Si bueno capaz que en unos años” y yo digo “Tienen opciones, que linda palabra!”. Me parece que la cuestión es generar opciones y la asamblea es eso. Generar opciones con mis compañeras, con mis amigas y con el laburo en Barrio Obligado que para mi es un lugar super importante.
Clara, se encontró con el feminismo a partir de un caso que la tocó de cerca, atravesado por una de sus compañeras del Centro Comunitario Gallo Rojo. Este hecho, cambió su modo de percibir el feminismo y la hizo conocer compañeras feministas del territorio que aportaron a este cambio de mirada.
– Me costó asumir mi identidad feminista y hoy lo siento parte de mi. Y cuando es parte de tu identidad, lo llevas a todos lados y a todos los espacios: cuando estás siendo madre, cuando estás siendo compañera, cuando estás en pareja, cuando estás en el laburo. En un espacio de militancia lo ves todo atravesado por el feminismo y hoy lo siento así. Me parece una herramienta de reivindicación de una de las opresiones más grandes que hay y es también indispensable para cualquier lucha. Me costó definirme como feminista porque el primer acercamiento fue en el 2013, a partir de la muerte de la hija de una compañera nuestra del Gallo Rojo, en manos de su padrastro.
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El viernes 16 de agosto de 2013, Yanina González intentó resistirse del ataque violento de Alejandro Fernández. Cuando pudo recuperarse, Yanina vio que a Lulú, su beba de dos años, le costaba respirar. Entonces la llevó al hospital, pero Lulú no resistió, falleció al día siguiente de una hemorragia interna, producida por los golpes que perpetró Fernandez sobre la menor.
Yanina fue detenida por la muerte de su hija, acusada por la fiscal Carolina Calatayud de “mala madre” y condenada por “homicidio agravado por el vínculo” por la jueza Adriana Julián. Las acusaciones contra la mamá de Lulú no contemplaron la figura de femicidio vincular: un crimen cometido contra una persona relacionada con una mujer sometida a violencia de género.
A partir de este hecho, se encontraron rápidamente grupos feministas y organizaciones sociales en pedido de justicia por la liberación de Yanina primero y por la detención del femicida Alejandro Fernández después.
Luego de años de organizacion y lucha feminista territorial, Yanina fue liberada un miercoles 11 de marzo del 2015. “El feminismo salvó a Yanina”, gritaron desde afuera del Tribunal de San Isidro el día de su liberación. Tiempo después, en el 2018, llegaría el juicio logrando condenar al femicida Alejandro Fernandez.
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– La verdad que yo tenía mis prejuicios, hacia las feministas y el feminismo. Pero nos encontramos con un montón de compañeras que nos pudieron contener y dar respuesta en un momento en el que no encontrábamos mucha contención en otros espacios. Básicamente era difícil entender la situación que estaba pasando Yani y todo esto que no encontrábamos en nuestros propios compañeros, lo encontrábamos en las compañeras feministas que venían ya hace tiempo organizadas. Fue un proceso muy personal, de empezar a revisar tu historia y lo que te pasaba a vos a raíz de pensar lo que le había pasado a Lulú. Estaba muy atravesado por el sistema violento patriarcal machista. Sobre la Asamblea yo siento que es el espacio de militancia más personal. Me mueve algo más individual, más personal. Cuando yo vengo también lo hago por mi, no solo en representación del Gallo Rojo. Vengo con un interés más personal, que es mi propia historia y ver que me aporta este espacio a mi. Me parece clave e indispensable. No me imagino estando sin organizar algo en el territorio.
Qolka, por su parte recuerda los mandatos familiares y la imposición de la maternidad como único destino posible.
– Yo creo que fui feminista desde que tenía uso de razón. Las mujeres de mi familia eran lo opuesto a lo que yo quería ser. Mi abuelo era médico y mi abuela, analfabeta, entre esas dos historias, crecí yo. Por momentos veía como mi abuelo maltrataba a mi abuela, y yo amaba a mi abuela y decía, “yo no quiero eso para mi”, y después me di cuenta que a mi tía le pasaba lo mismo con su marido y a mi mamá le pasaba con mi viejo, yo sabía que no quería eso pero también quería cumplir con el mandato que me habían dicho que me tenía que casar, tener hijxs. Por otro lado yo tenía otro deseo y fui llevando ese deseo. Me empiezo a encontrar con las compañeras de Hurlingham, nos juntábamos con Andrea que era psicóloga, así fue llegando el feminismo a mi vida y hoy no me imagino sin eso. Yo creo que estoy más cerca de la revolución de las viejas que de las jóvenes. Siempre se va modificando el feminismo y a mi me va encontrando en otra historia de mi vida, estoy más cerca de los 60 que de los 30. Esa revolución también me mueve a mi en este momento, en este feminismo que quiero seguir construyendo. Esto no se termina en una marea o en una franja etaria, sino que hay un montón de cosas y muchas de las mujeres que tienen mi edad no saben que todavía tienen derechos. Eso creo que significa para mí el feminismo, todo el tiempo estar construyendome, interpelandome, pero en forma colectiva. Y la Asamblea para mi es un momento de militancia, donde siento que me aportan todo el tiempo. Me di cuenta que si nosotras no agitamos, parece que no pasa nada en el territorio, que está todo bien, que la IVE se cumple, que la salud para mujeres y disidencias existe…. Y si nosotras en algún momento no estamos, ¿Quiénes toman la posta?. La asamblea creo que es eso, es algo que me construye, que me sostiene. No podría vivir sin la asamblea.
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Después de caminar con otras y otres, entre bicis y niñes a upa, entre canticos y carteles, entre fotografías de rostros que nos recuerdan las ausencias causadas por el sistema machista y patriarcal, una jornada de lucha feminista termina siempre en un abrazo.
La Asamblea Feminista Conurbana Noroeste forma parte de una red inmensa que llamamos “feminismos”. Es un espacio necesario donde el feminismo conurbano se organiza en el territorio y se mezcla en una diversidad que no masifica, que permite ver y reconocerse en otras y otres. Y hay quienes se encontraron antes para cuidar de otras, hay otras que se movilizan por primera vez, están las que juegan un partido de fútbol y las que se animaron a salir del barrio con el pañuelo verde.
En ese andar, el feminismo conurbano baila al ritmo de la murga, grita desde lo hondo las injusticias y sigue tejiendo redes para la lucha.
Texto y fotos: Lili Gutierrez
Fuente de la nota: https://relatosdeperiferia.wordpress.com/2021/11/25/la-revolucion-se-baila-se-transpira-y-no-se-calla/